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Humberto Ivaldi |
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Humberto Ivaldi
24 de diciembre de 1909 - 10 de marzo de 1947
Recibió su formación inicial con Roberto Lewis.
Luego, en 1930, marchó a Madrid e ingresó a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo por profesores a Benedito y a Chicharro. Permaneció allá hasta 1935, cuando regresó a Panamá, incorporándose a la Escuela de Pintura. En 1939, fue nombrado Director de la misma y permaneció en el puesto hasta 1947, año en que falleció.
Ivaldi era de temperamento variable; dejó una obra donde abundan los paisajes y retratos. su pintura es el reflejo de lo que tiene por delante; raras veces se tomó la molestia de imaginar una composición.
Como dice Don Rodrigo Miró: “Ivaldi traduce en su obra la emoción del hombre trópico que no logra dominar las fuerzas que lo subyugan”.
Humberto Ivaldi “abrió un nuevo período en la pintura panameña, ya que entorno suyo se formó una nueva generación de pintores: Cedeño, Oduber, Silvera, Jeanine, Benitez, Sinclair y muchos más.
A decir de Don Rodrigo Miró, Ivaldi tuvo afición por el paisaje, pintando al aire libre”...”identificado con el color y la luz de nuestra tierra su obra es, en ese respecto, la más panameña. Ivaldi pinta lo que tiene por delante, y no se toma la molestia de imaginar una composición.” Esta apreciación nos recuerda las palabras del maestro impresionista francés Eugene Boudin cuando señalaba que “Todo en cuanto se pinte directamente en el lugar , posee siempre una fuerza, una pujanza que no se reencuentra ya en el taller.” Y es que en Ivaldi, esa fuerza telúrica se siente, palpa, se vive.
Ivaldi fue de un temperamento inconforme y de una sensibilidad tal que llegaba a angustiarse por la indiferencia del medio ante el artista y su creación. De espíritu libre, optó por quitarse la vida el 10 de marzo de 1947 debido a la enfermedad que lo aquejaba. Dejó a la posteridad muchos paisajes y retratos que se encuentran en colecciones privadas.
La intensa formación académica que Ivaldi recibió, primero de Don Roberto Lewis, y más tarde, al comienzo de la década de los treinta, en las aulas de San Fernando, de Madrid - teniendo como maestros, entre otros, a Benedito y a Chicharro - ejerció un influjo decisivo en la orientación de la pintura, anclada, en lo fundamental, en las formas y modelos clásicos. Sin embargo, es bien fácil advertir la personalidad inconfundible del artista en la manera de tratar los temas elegidos y en su inconformidad, constantemente relevada, apuntando sin cesar originales rumbos.
Los rasgos señalados, característicos de Ivaldi, se ponen de manifiesto claramente en la mayoría de sus telas, por el color y la composición. Su gran destreza como dibujante, que le permitió hacer varios retratos de admirable modelado, le daba también base y libertad para estructurar los motivos de sus cuadros - figuras ó paisajes - con el necesario volumen y profundidad. Pero siendo pintor, sobre todo, su preocupación principal y permanente fue el color y, por ello, es analizando detenidamente su paleta, de tan ricas tonalidades y limpieza singular, como mejor puede apreciarse su gran fuerza creadora y su evidente originalidad.
La inconformidad de Ivaldi, esa rebeldía interior que lleva a todo artista a buscar nuevas formas de expresión, le condujo varias veces por diversos rumbos de la técnica, logrando aciertos sorprendentes, sobre todo en los dominios del impresionismo, donde los colores juegan para combinarse en los más finos matices y en sutiles armonías con la luz. Pero también en varios casos esa actitud produjo resultados negativos, pues su afán de perfección, tradujo algunas veces la insatisfacción ante la propia obra, le hizo destruir gran parte de la misma, para desarrollar, en ocasiones, nuevos temas sobre pinturas anteriores, y abandonando muchos cuadros magistralmente comenzados, que dejó sin terminar.
La muerte de Ivaldi, antes de haber cumplido treinta y ocho años, precisamente en el momento en que su pintura, en plena madurez, empezaba a dar el más alto rendimiento, nos privó de un artista verdadero de categoría excepcional. La muestra que hoy se ofrece de algunos de sus cuadros, es bastante, sin embargo, para demostrar su gran temperamento, su sinceridad, sin concesiones, y la recia fuerza creadora que animó siempre su obra.
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